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La homosexualidad como ritual:

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De entre todas las tribus de Papúa, Nueva Guinea y Melanesia, alrededor de un 20% fomentan el contacto homosexual entre varones. Esto incluye a pueblos como los Etoro, los Sambia, los Keraki o los Marind-anim, culturas que están entre las más primitivas del mundo. Los niños varones son separados de sus madres desde los 7 años, y se van a vivir únicamente en compañía de otros varones durante los siguientes 10 años. La idea de todo este proceso es retirarles a los varones toda “contaminación femenina” y convertirlos en guerreros puramente masculinos.

Los muchachos deben beber el semen de los adultos y recibir el semen por vía anal también, ya que estas tribus ven al semen como el conducto esencial de la energía masculina. Incluso se realizan casamientos entre hombres adultos y muchachos jóvenes: el adulto ejercerá como tutor hasta que el muchacho se convierta en un verdadero guerrero y cazador.

Contrario a lo que podríamos pensar desde nuestra sociedad occidental, las relaciones homosexuales y pedofílicas que se dan en estas tribus buscan masculinizar completamente a los varones, y no feminizarlos. Un varón no se considerará completamente hombre hasta que sea un guerrero y tenga hijos, pero deberá seguir los mismos rituales de su juventud para descontaminarse de la femineidad de su esposa.

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